Museum theory

 




Teoría del Museo: antropologia del Mercado y el turismo. 


©Por Abdel Hernandez San Juan


  Discussing the current situation with the museum of anthropology and the representation of cultures in the field of anthropology in the united states today, starting with an exhibit of the museum of anthropology of Berkeley during the year 1998 and placing out the questions and inquiries about capsulated ways to represent cultures from the museum textual displays without references to how the museum inside relates with culture there outside the museum, this paper theoretically and empirically discuss two success individual research and fieldwork projects of sociology and anthropology experimenting new ways to explore the relations between the museum inside the museum and the museum outside the museum, my own one Etnographic research and fieldwork in Venezuela free markets in the time of neoliberal capitalism and Quetzil Eugenio one in Yucatan, Mexico, theorizing, discussing and offering an overview to the main research method and fieldwork theory inquiries, questions, paradoxes and avenues opened by both success projects.

  Getting out their differences to the interpretation of the texts of culture–constructing the text and rearticulating the phenomenologies and hermeneutics of stratus to the interpretations of the texts of culture in my case –the theory of markets from the museum and the theory of the museum from the markets--and working with culture as a text of symbols in Quetzil case, as well as getting out their coincidences, experimenting new ways to practice cultural anthropology of markets and tourism, ethnography and fieldwork rethinking urban anthropology as well as the theory of the museum displays inside and outside the museum, the paper alternates on each one project a time theorizing and discussing several matters and aspects of each one


Keywords: Representation of cultures, Museum textual displays, inside and outside the Museum, cultural anthropology of markets and tourism, fieldwork, interpretations of the texts of culture, phenomenology and hermeneutic of the stratus, urban anthropology



    En 1998 viviendo en Houston Texas, yo me encontraba un mes en Berkeley, realizaba en ese entonces trabajo de campo en la ciudad como tenía previsto en mi programa individual laboratorio de etnografía y Performatividad y por largas horas, en realidad varios días, pues me centre en recorrerlo varias veces y tomar, en lo posible, fotografías, analizaba las formas museográficas que caracterizaban las puestas en escena textual y visual del museo de antropología de Berkeley. 

  Los artefactos representativos de las formas culturales en cuestión, culturas indígenas en su totalidad bastante primitivas, eran tratados en dos formas, las flechas, lanzas y elementos de la cacería o de otros instrumentos utilitarios de la cultura, eran tratados en grandes vitrinas de cristal uno a uno dedicándole a cada uno suficiente atención como para reparar en el arte de su confesión, en las especificidades de su elaboración, en la imagen total de su conformación, las vasijas cerámicas y elementos relacionados a la alimentación, el cultivo y otras formas de la recolección vegetal o de la transportación, eran expuestos en pedestales de madera sin revestimientos de cristal con énfasis, al igual que en las vitrinas, en cada artefacto con sus características uno a uno bien espaciados y con una iluminación puntual acentuada, las referencias a la cultura, los grupos humanos, sus sociedades y formas de agrupación ambas convivencial comunitaria, familias, viviendas, clanes, en un lado, y ceremoniales o rituales, ritos, celebraciones, en el otro, eran tratados en la forma de textos tipográficos impresos sobre paneles de madera y sobre las paredes a la vez que con el uso de fotografías de grandes dimensiones distribuidas en el modo de paneles.

  Nada en el museo de antropología de Berkeley, con excepción del notable acento sobre la minuciosa atención a las peculiaridades sobre todo de los objetos por sus niveles de elaboración y su arte final, con una acentuada iluminación, hacia no ya alusión al trabajo de campo que habría de haberse hecho para dar con todo aquello, la exposición textual y visual era ella misma ya el texto sobre la cultura en cuestión, excluyendo como museografía etnográfica, las referencias al trabajo de campo, sino incluso tampoco a las relaciones entre el museo en su adentros como museografiaba y ofrecía para los espectadores una representación de todo aquello, y aquella cultura como un afuera del museo hacia el cual en algún modo el museo para esa muestra hubo de girar su atención.

  Por los elementos que se ofrecían al espectador no podía saberse si se trataba de un trabajo de campo directo hecho por el mismo curador de esa muestra cuya curaduría y museografía seria ella en si como forma textual su etnografía desarrollada en el display del museo, o si se trataba de tradicionales curadores del museo quienes realizaban curadurías y museografías sobre las culturas en base a un material de archivo devenido material puramente textual muy alejado ya de aquellas formas de trabajo de campo que, entendidas como simple utilidad, alguna vez le sirvieron de base.

  El museo de antropología de Berkeley se ofrecía asi, al menos con esa muestra, como el paradigma de la cultura encapsulada por el texto que la textualiza, es decir, encapsulada en las formas textuales del adentro absoluto de los displays del museo, ningún signo, ninguna referencia, aludía al hecho de que entre ese museo y la cultura que representaba en su muestra pudiera suponerse la distinción entre el museo adentro, su edificio, sus salas de exposición, sus grafica visual, sus modos de museografiar y el museo afuera que habría de estar supuesto en el hecho de que esa cultura fuese algo más que un simple motivo libresco, algo en algún lugar del mundo y de la geografía. 

  A diferencia de esta idea del museo en su adentro absoluto, lo que voy a discutir a continuación, son formas en las cuales tenemos de un lado, el display del museo adentro y del otro, los displays del museo afuera del museo, asi como formas en las cuales estas relaciones entre el adentro y el afuera del museo son en muy distintas formas deconstructivamente y críticamente exploradas por la naturaleza y las características de una variedad de proyectos y experiencias.

  Lo que hace distintas a estas experiencias de proyectos es que en una de ellas el museo no es un museo de antropología, sino un museo de arte en lo que lo define en su adentro y en sus displays, lo cual me requirió por cierto recurrir en el ámbito del arte a otro museo de lo cual hablare más adelante y lo que hacía su afuera define los espacios en que esos displays fuera del museo habrán de relacionarse. 

  No se trata, en ambos casos, como en la exposición del museo de Berkeley, de una cultura definida por un grupo étnico y su emplazamiento geográfico, sino que una es un mercado mayorista y alimentario destruidor de mercancías en una ciudad, en tanto en el segundo, se trata de un museo de antropología o de muchos, pero de uno en su conjunto, que es en realidad el museo arqueológico de la cultura precolombina o mesoamericana de México, y más específicamente de la cultura maya en el adentro de sus edificios y de sus displays museográficos para los espectadores, en tanto los afueras que se despliegan fuera del museo es un parque arqueológico de monumentos el cual continua siendo un museo pero bajo el cielo raso y el cual, como en el ejemplo anterior, funciona como un mercado en el que circulan y se trafican mercancías a las vez que como un parque de entretenimiento relacionado a la programación del parque arqueológico, que es una expresión de los displays del museo, relacionada a eventos místicos que la cultura maya contrae para el turismo.

  En el primer ejemplo, los mercados son abastecedores mayoristas, pero también sitios en los que toman lugar rituales culturales relacionados a la actividad del consumo, por un lado, la compra y la venta, es decir, rituales modernos de naturaleza en gran medida urbana, y rituales de la cultura visual y material estrechamente relacionados a imágenes de las mercancías que en el mismo se comercializan como aquellas de las estampillas y viñetas de la religión cristiana y de sus reinvenciones culturales para el consumo y el turismo. 

 Mercados urbanos que son ceremonias de puestas en escenas de toda una cultura material en la que circula el trueque y la relacion entre el mercado concreto y el mercado abstracto, el primero, requiere la antropología cultural de los mercados entendida como una antropología de la recreaciones culturales del consumo y de su relacion con la cultura y la religión que yo he desarrollado, menos asi de la antropología del turismo, el segundo remite a una antropología cultural que debe ser del turismo y del mercado relacionado a aquel.

  Ambos ejemplos, sin embargo, requieren una sociología y una antropología cultural del museo y de sus displays, en uno del museo de arte, en su relacion entre bellas artes y artes consideradas ingenuas o primitivas, en el otro entre el museo de arqueología y el parque arqueológico. 

  En específico me concentrare en discutir dos formas de esa relacion entre el display del museo adentro y afuera muy distintas una de la otra en términos de las especificidades culturales y temáticas de cada una, y sin embargo, debido a los modos como se da esa relacion entre el museo adentro y el museo afuera, significativamente relacionadas en términos de los problemas metodológicos y críticos que se plantean al research tanto de sociología, como de antropología y de etnografía.

  Me refiero, por un lado, a mi propia practica individual y solo de trabajo de campo y de research de antropología teórica y cultural del mercado, y de la relacion entre el museo y el mercado, en que imbrique el research sociológico y antropológico, teóricos, y el trabajo de campo empírico, con cuestiones teóricas y de research curatorial dadas en el hecho de que inicie aquel trabajo a través de la relacion entre mi posición de entonces como curador del museo de alto arte, para ese entonces el alejandro Otero y mis seminarios teóricos imbricando mis teorías del museo con sociología y antropología impartidos en otros museos como el Museo de Arte Popular de Petare en Caracas y el Mario Abreu en Maracay

  Se trata, por el otro, de mis conferencias teóricas de sociología y antropología en paneles de antropología en las facultades de antropología de la universidad de Houston y de sociología y antropología de Lake Forest College ocasiones en las cuales inicie a teorizar una relacion similar pero respecto al museo de las culturas mesoamericanas y precolombinas en México y en relacion a ello un film realizado por Quetzil Eugenio y una exposición de antropología y arte maya curada y museografiada por mí en lo que respectaba a la curaduría y museografía de antropología, y por Quetzil, en lo que respectaba a la curaduría de Artesanias mayas, y el conjunto entre ambos.

  Lo que hace distintas a estas experiencias de proyectos el primero el de mi propio trabajo de campo y research individual con sus dos settings físicos, primero en Caracas, luego en Houston, Texas, y las escenas en que impartí sus conferencias, Facultad de antropología en Rice, Congreso de LASA, el segundo, panel en la universidad de Houston, exposición de Artesanias en la misma, exposición en lake Forest, panel en lake Forest, visualización de material fílmico y fotográfico en Texas y chicago, y el trabajo de campo realizado por Quetzil en Yucatán viene dado desde la antropología cultural misma del mercado y desde la teoría del museo, en el hecho siguiente

  En el primero el tema del mercado en cuestión, asi como las formas literales de los mercados de que se trata, son mercados urbanos y citadinos emplazados en sitios y lugares significativos de la gran metrópolis, mercados entonces asi entendidos agrícolas destinados a la venta y distribución de mercancía alimentaria, extensivos a mercados de vestuario y furnitures para la vida y a mercados para otras funciones del cuerpo, la sanación, la vida espiritual y la religión. 

  Ahora bien, estos mercados, sin embargo, no son supermercados estandarizados o corporativos ni conforman propiamente cadenas o moles, tampoco son, en la forma del supermercado de la esquina, bodegas o establecimientos al alcance del cual dispone una población según el área, la cuadra o la manzana donde vive, se trata antes bien de mercados a los que se va de compras los cuales quedan en áreas conocidas y destinadas para ello en la ciudad en el mismo modo en que se va a los moles o supermercados standarizados, pero los cuales mantienen aún, en su forma física y en el modo de su despliegue citadino, una relacion directa con las forma de vida y subsistencia de sus vendedores a la vez que una relacion con la cultura popular en directo.

  Estos mercados incluyen formas de venta estacionarias que siempre tienen un mismo espacio por tiempo prolongado en áreas en las cuales los vendedores tienen asignados sus propios espacios o son dueños de ellos o los rentan de forma continua, formas de ventas efímeras que, o bien se diseminan en las periferias de las antes explicadas, ocurriendo en sus alrededores o improvisadas dentro suyo en el modo de despliegues más informales de la mercancía sobre el piso, o expuesta en paneles montables y desmontables en un mismo día los cuales no tienen, como los anteriores, un sitio techado y estable en el que venden de modo continuo, o bien se los consigue como mercados en sí mismos situados en áreas y horarios citadinos de alto tráfico, como en las entradas y salidas del metro, en las entradas y salidas de las terminales de ómnibus capítalina y provinciales

   en el primer caso, el metro, desplegados en sí mismos como mercados efímeros que llegan, se despliegan y a una hora determinada del día se van, es decir, sin mercados estacionarios techados alrededor de ellos, en la segunda, terminales interprovinciales, estos perviven aun como formas periféricas al mercado estacionario, también pueden darse en puntos de la ciudad bien escogidos como boulevares, halls y sitios donde circula mucha gente.

  Las formas de carácter estable o estacionarios de mercados por lo general techadas no ocurren, sin embargo, únicamente en el mercado local de área como el mercado de coche, el de Katia o el de quinta crespo desplegados usualmente alrededor de algún conglomerado arquitectónico que le ofrece su cobija de ingeniería civil, sino que se diseminan también de modo estable en las calles con sus propios techos formados de sistemas arquitectónicos de metal, tubos, tela, plástico y lona muy fuertes y bien confeccionados para protegerse de la lluvia y persistir en el área todo el tiempo en que estén autorizados para hacerlo, 

  incluye también una modalidad muy distinta de mercado techado que es el mercado de Freeway generalmente confeccionado con madera directa de troncos de árboles y sistemas de sacos y usos de penachos y plantas los cuales permanentes, fijos y diarios, se despliegan a un lado y el otro en la ida y en la vuelta de las autopistas que van de una ciudad a la otra usualmente destinados a la venta de cacao, casabe, frutas y cachapas.  

  De modo que, aunque la antropología cultural de estos mercados tiene que ser sin lugar a dudas primero una antropología urbana y segundo una antropología que no puede dejar de serlo sobre las recreaciones culturales del consumo, en ello, por la intensidad de su relacion al folklor y la trama vivencial de la cultura, por el continuo trueque en que se dan sus transacciones comerciales, por su carácter de mercado libre típico formado por una relacion directa entre vendedor y comprador como escena real con su expresión visual, asi como por la simultaneidad de formas de mercadería y comercio, exigen a esa antropología cultural del mercado y del consumo avanzar hacia cuestiones relativas, por un lado, a la relacion entre una teoría abstracta del mercado y una teoría empírica visual de su expresión, algo que podría resumirse en la teoría del trueque como forma primera de relacion de compra y venta expresada en el darse cita de vendedor y comprador, tanto como en su forma financiera abstracta con su expresión menos empírica en el crédito, y de ello a la antropología del carnaval y de la polifonía como expresiones diseminadas del mercado debido a que todos los referentes se yuxtaponen más allá del palimpsesto.

  Es de figurar además de estas dos formas estacionaria y efímera superpuesta una a la otra, una tercera que está tomando lugar al mismo tiempo y cuya expresión visual, como la de las dos anteriores, es preponderante y se impone que es aquella del vendedor ambulante gente que vende moviéndose sin un lugar preciso, que viene a ti a venderte las cosas sin que vayas tu a él, que pregonan sus productos por todo el mercado, modalidad que la encontramos tanto en las mismas áreas donde se encuentran las otras dos, como la puedes encontrar diseminada por toda la ciudad en forma inesperada incluido tu barrio residencial. 

  Aunque los mismos pueden incluir modalidades o expresiones del turismo son en su mayoría mercados para quienes viven en la ciudad y menos para el foráneo o visitante, a pesar de ello, debido a la proliferación en los mismos, como mercados libres que sin dejar de ser populares, lo son en el más eminente sentido del mercado libre capitalista neoliberal, incluyendo la publicidad, no se excluyen en algunas de sus formas las relaciones al turismo.

  A modo de cierre sobre esta distinción se trata también, en el inicio de la investigación, de un research sociológico y antropológico no solo sobre los mercados allá a los que vamos y que recién he descrito, sino antes y primero, sobre la relacion entre el museo de arte, que tiene su propio mercado del arte, por un lado, y esos mercados, ya que colindaba a nivel comunitario para el museo alejandro otero un mercado mayorista, el mercado de coche y la investigación se inició alrededor de esa relacion, investigación que me condujo, antes de extenderme al trabajo de campo y research de los mercados allá en toda su expresión, a un primer trabajo de campo de dos años que se centró en ir estudiando simultáneamente, es decir, a la vez, el mercado en el museo y el museo en el mercado, levantamiento meticuloso que hice tanto mediante la recolección y la pesquisa visual como en la escritura, de cómo el mercado había sido representado en la cultura visual desde el siglo XV, consulta de bibliotecas, hemerotecas, videotecas, colecciones de pinturas, dibujos y fotografías desde la época colonial hasta el presente, lectura de libros de la literatura sobre las distintas épocas del mercado, un trabajo de campo que fui simultaneando con mis visitas, recorridos y reuniones en el mercado de coche, con la escritura en teoría del museo y en teoría del mercado el cual me fue llevando hacia la ciudad de caracas.

  La relacion entre el adentro del museo y su afuera se da aquí en el sentido de la pregunta en torno a cómo relacionar, por un lado, esos dos mercados, uno el mercado de acá, el del arte, el mercado del mismo museo en que las obras de arte son mercancías, otro, el mercado aquel de allá, que siendo mercado alimentario y de otras formas de habitad y vida, no deja de ser, por los motivos explicados, una forma nítida de la cultura simbólica y visual expresada en artefactos, formas de la cultura material, costumbres, usanzas, expresiones lingüísticas y visuales de la cultura abarcando desde rituales ceremoniales hasta imágenes de la liturgia y la imaginaria religiosa.

  La relacion adentro y afuera del museo se da también en el sentido mío como el curador y research del museo que estoy haciendo la investigación para el museo allá en los mercados llegando a estos últimos como una expresión del museo y recorriendo a su vez los museos y sus colecciones ahora para en ellos investigar el mercado dando como resultado una teoría antropológica sobre cómo teorizar el museo según el mercado y como teorizar el mercado según el museo lo cual también me condujo a trabajar con varios museos, no solo aquel en que desarrollaba el proyecto como curador que es un museo de alto arte, sino también a impartir seminarios de antropología sobre coleccionismo, cultura visual, museografía, crítica y antropología posmoderna en el museo de arte ingenuo cuya cultura visual de por si se aproxima mucho más que el alto arte a los emplazamientos visuales del mercado en la ciudad.

  La relacion pues entre el museo y el mercado no viene dada en un modo intrínseco en el primer caso, en el caso del museo de arqueología y antropología de la cultura mesoamericana y precolombina, por el contrario, la relacion si es intrínseca, 

  el mercado del cual estábamos hablando en ella, no es un mercado allá ajeno al museo y no relacionado al museo al cual se va o vamos porque un simple proyecto de investigación asi lo determina o porque se trate como mercado de una comunidad cercana en términos físicos al museo, sino que el mercado en cuestión es un mercado que se forma y se hace mercado en sí mismo debido a la existencia del museo.

  En mi caso el mercado estaba allí antes del museo por otros motivos no relacionados al museo, el museo llego luego y se emplazó en sus proximidades, pero lo que ese mercado vende, distribuye y comercializa no está relacionado ni al museo ni a su programación, en el segundo caso, todo lo que en ese mercado se vende, se comercializa y se trafica está relacionado al museo de la cultura precolombina debido a que el mercado propiamente adquiere forma física en torno a las programaciones del museo en las afueras del mismo, el parque arqueológico al aire libre afuera del museo donde se despliegan las pirámides y otros monumentos que siendo parte del museo no quedan dentro de su edificio sino en sus alrededores o en áreas distantes de monumentos alrededor de los cuales se desarrollan una variedad de visitas guiadas o no guiadas, programaciones en torno a eventos místicos de la cultura en los mismos expresada, 

  Se trata pues en el museo de la cultura maya de un mercado que se forma para nutrir a esos mismos eventos del museo, este mercado, que incluye también mexicanos y gente de las ciudades locales es en gran medida un mercado turístico mundial que atrae y en el que se dan cita, la actividad de consumo del turismo, las ventas del museo y las ventas de miles de vendedores ambulantes que se despliegan en sus espacios vendiendo por un lado, objetos y elementos visuales relacionados al museo mismo y sus eventos, la cultura mesoamericana, tales como collares, pulsos, sellos, aditamentos, calcomanías, artesanías, tallas de madera y, por el otro, artículos alimentarios y relacionados a las necesidades y el confort en el área de las personas que disfrutando el entretenimiento, el turismo y la programación cultural, meriendan y comen.

  Desde el punto de vista de la teoría del texto y de lo textual también ambos proyectos son distintos, en el primero, el texto del museo y el texto de la cultura no tienen ellos entre sí ni como texto visual, ni como texto cultural, ninguna relacion entre si uno al otro que estuviere ella previamente dada allá afuera en los códigos prestablecidos de la cultura, sino que soy yo mismo como trabajador de campo, como research y como curador quien estoy creando ese texto por primera vez al escoger hacer una pesquisa del mercado en la cultura visual desde el siglo XV construyo un texto sobre el mercado en la tradición del museo del cual el museo mismo no disponía antes, este trabajo de investigar la cultura visual del mercado en la tradición visual relacionada al museo de arte, inicia el a construir una forma textual antes no existente y no codificada en la cultura al mismo tiempo en que al poner en relacion un mercado de acá, el del museo y uno de allá, el de los mercados aquellos, construyo un texto tampoco previamente dado en la cultura, sobre el mercado en su expresión contemporánea incluyendo la publicidad y las formas visuales del mercado neoliberal publicitario.

  En el proyecto de Yucatán en cambio se trata de lo contrario, disponemos de una cultura visual que antes de corroborarla o ir a ella en sus expresiones dentro del parque arqueológico y alrededor del museo en la forma de personas que vienen para su programación o se establecen en momentos del año, conforma ella misma una forma libresca y un texto en la cultura y de la cultura, un texto de la cultura tanto literario como visual el cual conforma de por si la razón de ser y el motivo por el cual existe ese museo. 

  De hecho, el museo de la cultura precolombina es el mismo una expresión de que esa cultura conforma ella un texto cultural sedimentario y sedimentado como forma textual escrita y visual recogida en miles de catálogos de los artefactos, símbolos, objetos relacionados a rituales, confecciones en tejidos, alfarería, símbolos e imágenes de una cultura antigua en gran medida un por ciento alto de la misma en extinción, pero al mismo tiempo establecida en el imaginario en la relacion entre el texto arqueológico del museo, con sus catálogos, libros, museografías, exposiciones y colecciones dentro del museo, y con sus programaciones afuera para el parque arqueológico y la cultura contemporánea o actual tanto mexicana y maya en estados unidos, --mi propia perspectiva al respecto debido a que investigue el fenómeno atraves de film y exposiciones en estados unidos y no directamente en México--, como ya luego propiamente mexicana y maya.

  Las diferencias, sin embargo, aunque necesarias para el análisis de las especificidades asi como para precisar los recortes de los modos nítidos también de sus relaciones, no son tan significativas, como relevantes son, en el sentido inverso, las similaridades entre ambos en términos sobre todo de problemas teóricos a ser discutidos en metodología de research tanto de sociología como de antropología.

  En ambos se requiere una antropología cultural del mercado y del consumo, en una menos del turismo y más del mercado, en la otra más turismo y menos del mercado, en ambas se requiere una antropología cultural y una sociología del museo para la discusión de las formas en que en ambos proyectos funciona y trabaja la relacion entre la teoría del display del museo en sus adentros y la teoría sobre la relacion entre el museo y sus afueras definidos aquellos en ambos casos, aunque con sus especificidades, como mercados a la vez que a la postre, entroncadas ambas.

  En una, la mía, lo que he definido como Performatividad en el research teórico y empírico, concepto que trabajo en sentido de sociología y de antropología, aunque proveniente de la teoría lingüística, tiene que desenvolverse como el discernimiento de relaciones constructivas del objeto en el sentido de la teoría del texto, donde se trata más de crear ese texto investigando unas relaciones antes no codificadas en la cultura pero las cuales el proyecto trae a la luz y al lenguaje, trabajando pues en un sentido fenomenológico que preserva algunos aspectos del estructuralismo para poner en relacion lo visible o aparente con lo subyacente en el modo de una teoría de la estratificación hermenéutica, interpretativista también y simbolista en varios aspectos, en el mío el trabajo de interpretación no lee un texto que estaba ya en la cultura ni en términos de textualidad visual ni en términos de la codificación de relaciones culturales, sino que ese texto lo estoy construyendo yo como research, 

  la relacion a algunos aspectos estructuralistas viene dada aquí, como ocurre a los estudios que distinguen competencia lingüística de conocimiento de las leyes de la gramática y de las leyes fonológicas, en que aquello que será puesto en el lenguaje en el modo más bien interpretativista de una hermenéutica de la estratificación, crea un texto antes inaccesible o, acogiendo, no sin reservas debido a su carácter prelacaliano, la distinción de Claude Levis Strauss sobre la importancia que tiene en la antropología para la investigación de los fenómenos simbólicos la relacion entre lo consiente y lo inconsciente, algo en lo cual precede Boas.

  Levis Strauss decía que la antropología como la semiótica trabaja continuamente con signos y símbolos y que debe ser como aquella un estudio de los mismos, pero al mismo tiempo reconocía que se trataba de averiguar que se intercambiaba más allá de ellos al intercambiarlos entre sí, es decir, en el lugar de que relaciones no explicitas o inmanifiestas en el intercambio de esos signos y símbolos adquiría lugar el intercambio de otros fenómenos estos si relevantes a nivel sociológico y antropológico más allá de ese símbolo o signo preciso que es a lo que, a la postre, se circunscribe en modo mucho más limitado la semiótica. 

  Aunque en la semiótica podemos leer algunos aspectos relativos al texto más amplio o general de la cultura, en esta siempre procedemos de acuerdo a que esos signos y símbolos son en sí mismos y a como de entre estos, según sus contenidos metonímicos, deducimos e inferimos relaciones de significación, en la sociología y aquí más específicamente en la antropología cultural nos preocupa no que son esos símbolos en sí mismos por sus significados supuestos de ser implícitos a lo que ese símbolo encierra como su propio contenido, sino que nos ocupamos en entender como en el intercambio de esos símbolos, los hombres y la cultura están intercambiado otras cosas cuyo lugar ellos, como formas de lenguaje, ocupan

  Alrededor de este principio básico presente desde el estructuralismo checo, el estudio de fenómenos estructurales para la gramática y sin embargo inconscientes a los significados explícitos del actor, pero al mismo tiempo poslacanianamente alejado de aquel estructuralismo dogmático que busca entonces una estructura profunda alrededor de la cual fijar de una vez y por todas el hallazgo de un texto sobre que es la cultura en si indistinguiendo que es interpretarla de que es ella en sí, el trabajo de construcción hermenéutica aquí interpreta el texto que va siendo creado en su construcción del objeto por la propia investigación. 

  Esta Performatividad del research se encarga ella misma entonces de proponer una articulación de relaciones entre cosas antes no relacionadas y no dadas de antemano por relacionadas de ese modo en el texto previamente aceptado de la cultura. El motivo de este research es investigar, como en el estudio de los fonemas o de los nexos intrincados de la gramática, relaciones significativas que traen a la luz sobre cuestiones antes no dilucidadas.

  Esta antropología cultural ciertamente, mayormente una sociología, establece si en la construcción de esa forma textual antes no codificada en la cultura algo que en términos gadamerianos y todoroviano, requiere primero que esa relacion creada trabaje en la hermenéutica de la cultura como construcción teórica y requiere, también, que ese texto sea confirmado por la cultura misma en términos de experiencia.

  Los acertijos en la teoría del sentido común son aquí cruciales, se construye un texto que establece unos recortes y unas relaciones antes no codificadas para con él una vez creado desarrollar una hermenéutica que demuestra trabajar en términos de acertijos de sentido común primero sobre todo en sentido shutiano, pero luego porque no en algún por ciento, en los términos en que Geertz se refiere al sentido común como un sistema cultural. 

  Hay sin embargo, aunque recurriendo a los acertijos de Shurtz como corroboraciones, una diferencia entre un mundo de sentido común predado como realidad del mundo del sistema de la cultura y un mundo de sentido común llamado en sus acervos por la forma textual creada que en la construcción del objeto hace explicitas relaciones antes no codificadas en la cultura y no conformadas como formas textuales de aquella.

  En el segundo caso, el museo de la cultura precolombina y sus parques arqueológicos como decía el museo mismo conforma un texto de la cultura tanto visual como literario y estructurado en los modos gráficos y museográficos de los displays del museo por lo tanto la teoría de lo simbólico trabaja distinto, se trata con símbolos que están previamente codificados como formas visuales en un texto que está el prestablecido como texto arqueológico y que como texto arqueológico sobre un pasado antiguo museografiado es interpretado en sus simbolismos. 

  No me refiero aquí únicamente a la interpretación literal de esos símbolos como puede ser en términos de cerlaut, decir que esos símbolos significan o significaron para esas culturas tales como decir que significan las imágenes de una máscara o las referencias a determinados dioses, deidades, mitos o creencias según el simbolismo de determinadas imágenes para las acepciones de ese pasado antiguo y en extinción.

  Sin embargo, a pesar de esta diferencia respecto a la teoría del texto y el modo como trabaja la hermenéutica de la interpretación de lo simbólico en mi caso como una fenomenología de la estratificación que construye un texto y con él un objeto que no estaba previamente establecido o codificado como un texto de la cultura o como la cultura misma en cuanto texto, el cual luego es a su vez hermenéuticamente discutido en sus relaciones de sentido, y en el caso de Quetzil como una interpretación de los símbolos de un texto previamente dado como un texto codificado de la cultura expresado en formas visuales, literarias y museográficas, hay otros aspectos que nos aproximan 

  sobre todo aquellos relativos al hecho de que ambos estamos practicando una forma, aunque distinta una de la otra, de hacer antropología y en mi caso también sociología, entre el display del museo adentro y sus afueras, que reteoriza y replantea, en cada uno a su modo, lo que explicaba al inicio en mis referencias al museo de antropología de Berkeley sobre un texto encapsulado en el adentro absoluto del texto del museo sin relacion alguna entre que relaciona a ese texto con la cultura que representa, por un lado, y menos aún, con el trabajo de campo, como las formas de sus afueras, problemática la cual, en pocas palabras es la que explica cómo y porque Quetzil ha iniciado a participar en programaciones como las de mi laboratorio individual de Performatividad y etnografía en las que teorizo mi propio trabajo de campo individual solo y mi research, asi como en paneles en los cuales he discutido y teorizado una de las expresiones de elicitacion del display del museo afuera del museo que he experimentado que fue mi obra The Market from Here; Mise in Scene and Experimental Etnography y porque inicie yo a hacer de igual modo a la inversa impartiendo conferencias sobre su film en el panel del equinoxio y más tarde en 1999 desarrollando juntos una curaduría de exposición de antropología y arte maya.

  Quisiera antes de pasar a ello acentuar en el hecho de que esa cultura precolombina es, aunque se trata de un texto arqueológico y producido por la misma arqueología, sobre todo, en primer lugar y por encima de todo, diría incluso un buen ejemplo de una forma de cultura establecida en lo que le da su estabilidad y en lo que lo hace cultura, como una forma textual de cultura y como un texto.

  El énfasis que estoy aquí poniendo entre un modo textual predado como relativamente fijado en el texto de la cultura y otro basado en la construcción del texto se refiere aquí a mis previas teorizaciones sobre la transtextualidad. 

  Cuando hablaba de una etnografía transtextual me refería al hecho de que más allá del mundo en un texto a que se refería Geertz en torno a Claude Levis Strauss como el ejemplo típico de una antropología que remplaza el mundo por un texto sobre el mundo, hay investigaciones en la cuales, como esta mía, el asunto de research no se recorta el allá afuera en la forma de un texto nítidamente codificado como pretexto preexistente en la cultura colectiva, los mercados son indudablemente reconocidos en sus visualidades y como experiencia por la cultura, pero no existe previamente dado un museo de los mercados que colecciona en formas textuales sus visualidades, ni existe un coleccionismo sobre la visualidad de los mercados, cuando vas a una colección entre cientos de miles de pintores, dibujantes, grabadores y viñetitas de todos los siglos desde el presente hacia atrás, puedes conseguir por cada siglo a lo sumo uno o dos a lo máximo tres que entre un sinfín de sus imágenes alguna vez dibujaron mercados y hicieron viñetas o bocetos de los mismos, por lo tanto, esa recolección la tiene que crear uno mismo, de hecho, a nivel del coleccionismo hice una pesquisa y construí un levantamiento previamente no existente sobre las imágenes del mercado según colecciones.

  Cuando te vas a una biblioteca y buscas en distintos siglos quien alguna vez en que formas escribió sobre los mercados difícilmente consigues material, en escritores de viajes, consigues un capitulo o pasajes de varios capítulos, en otro, consigues a un escritor del siglo XX que ofreciendo imágenes del costumbrismo de la ciudad caracas, vestuarios, usanzas, modismos, estilos corporales, etc de distintas épocas de la mujer o de personajes típicos en la sociedad, como en Caracas Física y Espiritual de Aquiles Nazoa, consigues que ir de compras y salir de mercado fue siempre una costumbre y entre una cosa y otra comienzas a hallar infinidad de formas imprevistas en las cuales, sin que fuera ese el centro de la atención de tus precisares, aparecen los mercados y alrededor de sus imágenes costumbrismos sociales,    

  Cuando vas al coleccionismo no artístico, es decir, a una cultura visual de coleccionistas que no coleccionan arte sino signos y otras cosas en la cultura, encuentras que nadie colecciona propiamente el mercado, sino que coleccionando otras cosas puedes ir tu levantando esa visualidad atraves de una investigación de cómo y en que formas van apareciendo por aquí y por allá, signos, iconos, imágenes, que provienen de los mercados como aquellos de la publicidad, entre otros, aunque la atención no estuviera puesta sobre ellos ni fuera el motivo que agrupa las imágenes.

  En los dibujos de viajeros holandeses e ingleses encuentras que algunos no solo tenían marinas y paisajes, sino también vinnetes de escenas sociales que llamaban su atención por su tipicidad de la cultura en las cuales aparece la placita publica dominical del mercado, en la misma forma la consigues entre dibujantes costumbristas esparcida pero si reiterada entre otra variedad de temas, cuando vas a una hemeroteca, a una videoteca, a unos archivos de film o a la tradición literaria ocurre lo mismo, difícilmente una novela, un cuento o un film basen su trama o centre su argumento en un mercado o en los mercados a todas luces te tienes que sumergir en las tramas en novelas del siglo XVI, XVII y XVIII para conseguir escenas en las cuales alguien se daba cita en un mercado o en las cuales estos últimos merodeaban los paisajes del drama,   una monografía centrada en los mercados por cada siglo resulta ya mucho encontrar, sin excluir que quienes en ciencias sociales los trataron antes han sido unos pocos contables con los dedos y de modos tan distintos que no solo remiten a formas diametralmente distinta de entenderlos, Malinowski, travesías en canoas en las melanesias y las trobriands archipiélago de nueva guinea para el intercambio de objetos rituales, Bourdieu, como la gente se distingue según los símbolos que portan suponen un capital simbólico, sino que además en ninguno se trata de los mercados urbanos concretos y populares diametralmente distintos a todo aquello y, aunque no establecidos en un texto previamente conformado de la cultura como colecciones, museos u otros modos textuales, sin dudas si muy nítidamente recortados como una imaginería visual inconfundible dentro de una cultura visual que permanece, como los mercados mismos, diseminada en la dirección contraria a lo que se retiene y recolecta, a lo largo y lo ancho de un tráfico continuo y un trueque incesante en el que se trata a toda costa de vender y de comprar, el cual paradójicamente no solo se recorta con máxima precisión en la expresión de sus visualidades urbanas sino que además es la puesta en escena más privilegiada que tiene en una ciudad la gente para decidir en que ocupa su tiempo, ir de compra, salir de mercado y de paso, darte cita con una colectividad que hace lo mismo llegando a ser una de las tramas más significativas sino la mas, que configura la urdimbre de nuestra vida cotidiana en las grandes urbes 

  Aunque no se consigue una clasificación o un orden de materiales previamente coleccionados y agrupados, recolectados e inventariados de acuerdo a o según el tema de los mercados, de inmediato la primera conclusión de la investigación consiste en que ese orden, esa articulación y ese texto tiene que crearlo uno mismo es más, que la investigación consiste precisamente en la propuesta de esa construcción, aunque la cultura de sentido común en la vida cotidiana puede reconocer sus visualidades una vez puestas frente a ella, todo ese trabajo tuve que hacerlo yo haciendo la investigación y articulando esas relaciones lo cual, aunque la cultura en mi research siga siendo interpretada y tratada como texto, hace caer una parte de la investigación en una investigación que construye el texto y crea sus propios pretextos articulándolos como no previamente relacionados o dados de antemano en las codificaciones textuales de la cultura, una dimensión en ese sentido transtextual 

  Pero también son requeridas otras precisiones exactas y más profundas a nivel científico regidas y reguladas, por supuesto, para la constatabilidad de su exactitud desde la filosofía de las ciencias y la lingüística teórica ya que no debemos olvidar ni la sociología ni la antropología aunque las más avanzadas de las ciencias sociales han podido aun como la filosofía de las ciencias y la lingüística adquirir la condición de ciencias exactas y por lo mismo en infinidad de formas dejan muchas veces de tener corroboración en los términos positivistas más rigurosos.

  Cuando hablo de una fenomenología de la estratificación en el caso de mi research individual sobre este tema, mi proyecto en que lo implemente, y las formas textuales resultantes que construí a su propósito, no me refiero solo o no ya únicamente a la cuestión fenomenológica de la relacion entre la apariencia o lo que hace presencia en las formas y a los sentidos, bien sea visual, escrito o auditivo, y un nivel subyacente que estratificado habría que hallar en el modo de una sola superficie o una sola instancia de presencia espacial y temporalmente simultánea en su presencia, algo que yo si practico como research respecto a una variedad de temas, suponiendo que habrá de encontrársela dentro de los planos de esa misma presencia en su fenomenología, sino que se trata de una estratificación simultáneamente fenomenológica y hermenéutica, los fragmentos de textos visuales, por ejemplo, que la memoria activa de la cultura no usa con recurrencia, como las viñettes o los dibujos de los costumbristas locales desde el siglo XV o aquellos de forasteros y viajeros sobre la placita del mercado, son formas visuales que una vez traídas al primer plano y mostradas de algún modo la cultura reconoce en la experiencia de su memoria visual bien recreados por la literatura, bien por el cine y la televisión, bien conocidos en grafismos de libros sobre el pasado colonial, pero las mismas no formaban un todo relacionado ni hacían sistema desde el punto de vista teórico, con experiencias, vivencias, preguntas y corroboraciones empíricas actuales sobre las realidades urbanas, comerciales y financieras en las expresiones urbanas del mercado libre neoliberal, es la pesquisa de esas visualidades contrastadas en la recopilación de material visual sobre esas expresiones del mercado actual como se constata urbanamente con sus publicidades, su visualidad y sus símbolos, y la articulación de visualidades previas colectadas tras una investigación de sus formas en los siglos posteriores hasta el modernismo en la primera mitad del siglo, la que establece una relacion la cual no es, por lo demás, muy distinta a la que puede establecerse entre el pasado colonial de la visualidad del mercado y sus expresiones actuales en estados unidos y Europa se trata a la postre de una relacionalidad articulada bajo los mismos principios.

  Esta articulación que por cierto no es ni historicista, diacrónica, ni genealógica en el sentido de hallar lo no dicho bajo o tras lo dicho y establecido, sino que es antropológica cultural desde el punto de vista sincrónico y sociológico del ahora y aquí social y corroborada como efectiva en el trabajo de actualización, es decir como la averiguación de que sentido hacen desde las preguntas vigentes y actuales de los mercados hoy, sus formas de otrora, algo corroborado por la experiencia y por el sentido común, tampoco se ha logrado únicamente con la simple y directa puesta en relacion de visualidades de un mismo y único recorte cultural, 

  aquí el mercado como tema y realidad empírica y de la experiencia, ha sido necesario antes y simultáneamente hacer un trabajo de construcción de una hermenéutica del mercado que no es especulativa sino que es asertiva en términos de sociología fenomenológica, poniendo en relacion una fenomenología del mundo de vida que toma como dato y material sensorial y de los sentidos, la realidad de los mercados reales en su expresión urbana sin excluir de ella su expresión abstracta en el modo en que ambas cosas se diseminan la una en la otra o la una según la otra y verificándolas en su positividad científica, el hecho de que la construcción textual del objeto coincida en todo con la forma como funciona ese mercado tanto en su realidad objetiva de trueque e intercambio allí en los mercados urbanos como en su realidad simbólica, de intercambio de símbolos como formas de intercambio de otros fenómenos de relevancia antropológica y sociológica, y hace la hermenéutica de esa fenomenología, a través y en relacion a la relacion entre el museo y el mercado que discutía antes, teorizando el museo según el mercado y el mercado según el museo construyo entonces como objeto de mi sociología y antropología cultural un mercado del museo antes de mi investigación no codificado por el museo a la vez que a la inversa, construyo teorizando el mercado según el museo, una forma de comprender el mercado desde su realidad actual hacia los modos en que sus formas previas le hacen sentido a su realidad actual, que de otro modo tampoco habría sido posible articular en la teoría antropológica del mercado.

   La teoría del museo que resulta entonces desarrollada según la teoría del mercado ofrece, articula y trae una nueva luz fenomenológica sobre el museo que de otro modo no se habría encontrado, para ello ha sido necesario trabajar con la estratificación fenomenológica, la experiencia lo confirma, pero sin que antes hubiere sido, como la gramática o las leyes fonológicas, una articulación de relaciones explícitamente traídas a la construcción textual en constructos textuales o visuales previamente codificados por la cultura. 

  Es preciso aquí ampliar algunas cuestiones sobre lo que he definido a falta de otros conceptos como un inconsciente superficial, debido a que considero que no se trata propiamente de un inconsciente como este concepto ha recibido sus tradicionales acepciones antes de Lacan, ha sido requerido también reteorizarlo y ampliar su discusión poslacania. Tratándose pues de un inconsciente superficial—encontrara mi lector momentos en muchos de mis libros y ensayos recientes en los que amplio sobre este especifico—desde el punto de vista antropológico aquí se han aproximado y se han actualizado entre sí varios estratos de experiencia y accesibilidad entre las formas de la presencia en la cultura y niveles o planos espaciales y temporales estratificados y por ello no explicitados.

  En su diferencia volviendo sobre la cuestión que he subrayado al decir que el texto visual y textual, libresco, del museo de arqueología de la cultura mesoamericana o precolombina, es de por si un ejemplo nítido de una forma textual de cultura son requeridas algunas teorizaciones adicionales sobre a que concepto de código y codificaciones en la cultura nos estamos refiriendo asi como agregar algunas cuestiones sobre en qué sentido estamos hablando aquí de la relacion entre texto y cultura. 

  En la medida en que el texto visual de las culturas precolombinas se refiere como texto arqueológico, museografías, exposiciones, catálogos y libros, a un pasado muy antiguo y sobre todo extinto, el sistema visual de imágenes, formas de escritura, artefactos y símbolos, aunque impresiona por su riqueza y variedad, como en modo similar impresionan los textos visuales de las tradiciones orientales sobre todo del Japón y de la china arcaicos, pero incluso según se ha recogido más debido a como ese texto arqueológico ha llegado a evocar la complejidad y riqueza de toda una civilización, pasa a ser, la conformación de ese texto en sí, en el mismo modo en que leemos formas textuales de civilizaciones ya desaparecidas en el pasado antiguo como la griega o como en cierto modo también aquellas del antiguo medioevo, un texto en el más preciso sentido que este concepto encierra, las precisiones requeridas para explicar que hace a un conjunto simbólico como la escritura texto y no otra cosa.

  Si pudiéramos imaginar por un momento nuestra propia civilización occidental actual con sus academias de las lenguas vivas como si fueran lenguas muertas cuyos diccionarios yacieran en el museo de arqueología como curiosas colecciones e inventarios de los modos de escribir y comunicarse, dado en ese supuesto que nuestras lenguas recogidas por esos diccionarios y academias, no estuvieran en continuo uso en el habla como las lenguas vivas y vigentes de la cultura, tendríamos una imagen autoperpectiva lo más completa posible, de cómo todo un sistema de codificaciones gráfico, visual y escritural podría petrificado en la piedra de una civilización extinguida, evocar como texto muerto lo que sin embargo en aquella conformaba, propiamente un texto. Ese texto, como el visual y simbólico de las civilizaciones precolombinas seria pues en cualquier modalidad un texto sobre y de aquella civilización aunque estuviera en desuso.

  Es en este sentido que digo que el discurso visual del museo arqueológico de la cultura precolombina se refiere a una forma textual en su más estricta expresión. Aunque las lenguas precolombinas como la maya, entre otras, continúan hablándose hoy entre grupos culturales minoritarios y aunque de ningún modo, como no lo hacemos en el estudio de la antigüedad oriental Japonesa, hindú, china, podemos desconectar completamente ese texto visual y escritural del hecho de que se refiere a las formas antiguas de civilización de los mismos hombres y mujeres que hoy mexicanos, centroamericanos o andinos, son los sobrevivientes a la vez que los actuales exponentes culturales de lo que de aquella civilización arcaica queda, un por ciento muy alto de ese texto visual, simbólico y escritural conforma el texto de la arqueología que es solo ello una forma eminentemente textual. 

  Al hablar aquí de código me refiero no al hecho de que esos símbolos arqueológicamente retenidos en el museo de las civilizaciones precolombinas, puedan ser o no leído en sus significados simbólicos precisos como quien trata de averiguar los significados de las palabras en una lengua hecho el cual, por lo demás, se limita en gran medida al dominio de arqueólogos, sino al hecho de que, entendidos o no en sus significados precisos por el mexicano y el maya actual, reinventados por ellos desde sus condiciones contemporáneas o simplemente, visto por el turista como en general por toda la vida contemporánea mexicana y mundial, en el mismo modo en que las formas iconográficas del pop y otros simbolismos de la moda y la cultura de los máss medias, está altamente codificada como una forma textual en la cultura provista de su propia autonomía y de su propio recorte en lo que la distingue y la separa de cualquier otra forma iconográfica, escritural y simbólica en la cultura, se puedan o no, en mayor o menor medida según el expertises, dar cuenta de que significa una imagen de un dios o de un objeto ritual, un dibujo o un caligrama mesoamericano, ese texto el en sí mismo entendido es reconocido por lo que es en sí como una forma textual de lo visual que se recorta y se separa en su autonomía iconográfica del resto de la cultura visual como el texto visual e iconográfico de la civilización precolombina y está como tal codificado asi por la cultura en cientos de museos, colecciones, catálogos y libros.

  Los mercados urbanos populares de la ciudad en mi proyecto en su diferencia no conforman ellos en si una forma visual de la cultura disecada y retenida como el simbolismo textual que crea el texto de alguna civilización o cultura precisa, ellos en su vez o por el contrario las formas aun existentes por medio de las cuales lo que el mercado abstracto y financiero de hoy simboliza desprovisto ya de actores que se dan cita para intercambiar entre ellos por medio de la compra y de la venta el trueque de mercancías y de mercancías por expresiones del dinero, los settings urbanos de naturaleza humana en que persisten en la realidad de hoy, la expresión visual de ese intercambio, ellos se relacionan por un lado, al costumbrismo de la ciudad pero imbrican en el trueque continuo que los define, asi como en la puesta en escena que despliegan, las formas como la sociedad contemporánea reculturaliza el consumo.

  Esta reculturalizacion del consumo viene dada en el hecho de que las puestas en escena del mercado son ellas mismas ceremonias culturales del modo como el mercado es antropológicamente una expresión de la cultura y, sobre todo, de los modos a través de los cuales el consumo es recreado culturalmente, en ella se dan cita, como puesta en escena ciertamente como su principio generador vendedor y comprador, pero ambos al mismo tiempo despliegan su puesta en escena como parte de un intercambio más amplio cuya expresión visual el mercado mismo refleja. 

  Observar una puesta en escena de un mercado urbano en estos settings del capitalismo neoliberal, es observar una escena frente a uno en la que un vendedor y un comprador realizan su transacción en un espacio abierto en el que, mientras observas la transacción que realizan, a su alrededor cientos o miles de otros hacen lo mismo, pago de una cantidad por un numero dado de hortalizas, escogencia de un producto y dialogo a su respecto mientras se lo va seleccionado, el vendedor habla de sus bondades, de lo que le hace exclusivo, el comprador pregunta entre opciones hasta que se realiza la transacción, el vendedor lo hace desde un sitio techado y envuelto en paredes que es su sitio individual, en el caso de los mercado techados o puede hacerlo sentado en el piso si la mercancía se distribuye más informalmente, 

  Observar esta escena es al mismo tiempo, desde una sola perspectiva aquí y ahora que recorta la escena, observar como por el detrás de esa escena de trueque, muchas otras del mismo tipo están tomando lugar simultáneamente, es decir, que muchos otros vendedores y compradores hacen al mismo tiempo y dentro de tu marco visual lo mismo, el sonido de lo que hablan todas esas parejas de vendedor y comprador se escuchan todos al mismo tiempo, las formas de vendedor y comprador que vez en tu marco visual pueden ser diversas, en una un individuo de mediana edad dispuesto a ir a su trabajo ha hecho escala y compra solo para llevar a su auto, en otra un anciano se dispone con más tiempo a ir de mercado, en otra puede ser una joven familia con sus hijos y el vendedor ser uno o varios que venden lo mismo, pero cuando giras tu cuerpo estas escenas están ocurriendo no solo desde ese marco, sino que adquieren forma y suceden a todos tus alrededores.

  Las fotografías por ejemplo captan en clouse up y en el primer plano las piernas de un vendedor en un setting de vendedores de ropa en rebaja, es decir en oferta, venta de pullovers y shorts, la mercancía está desplegada como una montaña de ropa sobre una plataforma de madera de seis metros por seis metros y el vendedor está parado encima de la mercancía descalzo pregonándola a la vez que vendiendo, pero mientras esta escena adquiere lugar, por delante a solo unos centímetros vienen hacia ti y pasan por tu lado carretilleros que transportan mercancías, vendedores móviles ambulantes que se desplazan con sus productos pregonándolos, la fotografía capta las piernas del vendedor del pullover en un clouse up e intenta moverse muy rápidamente para captar alrededor de uno mismo y lo que vive a los vendedores ambulantes que tienes a unos centímetros, pasas pues de piernas sobre ropa, a imágenes de manos que dan un pullover y manos que pagan por ellas a gran velocidad, y de estas al rostro de un carretillero que tienes a pocos centímetros, luego a su cuerpo y su carretilla a un metro y cuando se aleja mientras por el trasfondo de este recuadro, vez al fondo, otras plataformas en las cuales vendedores de otras mercancías hacen lo mismo, 

  de esas tomas de carretilleros y vendedores ambulantes cuyos cuerpos y rostros captas muy cerca de ti, cuando sigues a estos con la mirada sus cuerpos te conducen a otros settings en los que ya no vez plataformas y vendedores parados sobre la mercancía, ahora una variedad de quioscos llenos de plantas de muy distintos colores por todos lados, botellas, frascos y viñetas religiosos con figuras de yeso captan tu atención tras el paso fugaz y rápido de los vendedores móviles, una sucesión de señores mayores algunos que ambientan sus sitios con sonido, se despliega delante de ti y lejos de manos que intercambian shorts y pullovers, tienes ahora personas que con calma y parsimonia huelen hierbas y las observan a la vez que preguntan y reciben explicaciones para decidir cuál llevaran a casa y si pasaran de solo adquirir la hierba de un condimento o llevar también esa tarde frasquitos, estampillas y viñettes religiosas.

 Con solo tres movimientos de paneo entre planos cerrados del recuadro a planos medios y a planos generales en un solo movimiento de 180 grados de tu cuerpo, la idea del observador que por un momento creíste posible queda inmediatamente desecha, no solo porque el mercado la disemina visualmente y sensorialmente allí en la realidad del cómo ocurren todos esos trueques a la vez unos sobrepuestos a los otros, sino porque tú mismo no puedes completar una comprensión de lo que ocurre en el tratar de fijar un punto de vista, el mercado te exige meterte en él y dejar la idea de un punto de vista, el punto de vista entendido en sentido físico, lugar de la mirada y entendido en sentido hermenéutico, comprender una realidad, se relacionan aquí, es ese no es posible entenderlo asumiendo una sola perspectiva física, en el encuadrar aquí la cámara y hacer fotos en el marco que se escoge, viene ya él no es posible hermenéutico, una cosa dentro de la otra, te tienes que mover dejando que la cámara quede sobrecogida por la fugacidad de las situaciones a la vez que entonces saber dejar que lo modos de encuadrar y osturar se vayan adecuando a los modos de ir entendiendo de que se trata.

  La relacion con la cámara es solo su expresión superficial, más que a la cámara, ello funciona del mismo modo a nivel teórico y empírico para el ojo, a pesar de ello es significativo que si en algún lugar importara poco o casi nada por no decir será de inmediato olvidado, que andas con una cámara haciendo tomas es precisamente en estos mercados, 

  a diferencia de la solemnidad de la cámara emplazada frente a un grupo humano en su habitad doméstico o laboral, o alrededor de una ceremonia que llama hacia si la atención por su carácter escénico o espectacular, en el mercado la sobre posición de muchas pequeñitas escenas de trueque vendedor comprador ocurriendo todas al mismo tiempo en lo visual y en lo sonoro, a la vez que cientos de vendedores se extienden más allá de los cubículos con la mercancía informalmente o te recorren a ti como vendedores móviles y ambulantes anula de por si la presencia de la cámara, deconstruye y relativiza que una cámara pueda ser algo más que un símbolo atrapado en el tráfico del mercado, no existe modo de captar o recoger una imagen que pueda completar ella sola lo que ocurre en el mercado, ni con el resultado de cientos de fotografías tomadas en una sola visita, puede el mercado ser agotado por el osturador y por el ojo, ambos a lo sumo pueden sobrecogidos por la polifonía del mercado reunirse después en edición para entender de que se ha tratado y que se ha aprendido.

  La relativización del punto de vista de la cámara es también por lo demás, la de ti como observador en cualquiera de tus formas pues aunque te inmersiones sin cámara te ocurrirá respecto a tus ojos y a tu comprensión del mundo que te rodea exactamente lo mismo. 

  La primera parte de mi trabajo de campo consistió en dar con y hallar como este principio del trueque expresado en la puesta en escena visual de los mercados en su relacion al costumbrismo social y cultural, es ella misma una explicitación hermenéutica y fenomenológica, en lo respectivo aquí a la hermenéutica y la fenomenologías dadas antes allí en ese mundo de la vida, de que el mercado es el un fenómeno polifónico y multivocal contrario a la lógica misma del observador quien a la postre es puesto en escena por el mercado libre en el museo antropológico que esa misma puesta en escena explicita tan pronto la interpretamos, de observadores que, como los símbolos en cuyo intercambio intercambiamos otras cosas, estilos de vida en los objetos, significados afectivos en los elementos, usanzas, maneras, modismos y argots en las imágenes, son intercambiados unos por otros en lo que efímeramente los posiciona por un momento del trueque como observadores observados, 

  la deconstrucción pues de la observación restituye en los mercados un concepto absoluto de participación y en el despliegue de esa participación el mercado libre es terapia, aunque no celebramos en el celebrar de sus símbolos, como en el ritual del carnaval, la fiesta del símbolo mismo de acuerdo con la cual, las imágenes del tiempo invertido en la cultura son exageradas abstrayendo en lo simbólico nuestra relacion con lo real, en el ritual del mercado si asistimos a la puesta en escena que ritualiza en sus principios básicos como es la génesis que organiza en su terapia nuestro mundo participativo, la puesta en escena visual del mercado, con sus hombres del mercado y sus artefactos, es ella misma, en su expresión visual hoy y allí en las calles, la imagen más completa de que podemos disponer, sobre las lógicas de sentido común que organizan de acuerdo al mercado un por ciento significativo de nuestro mundo circundante.

  Es preciso también agregar algunos elementos de peso teórico sobre mis distinciones previas sobre lo que es una forma como texto en la cultura esta vez en mi research los mercados urbanos algo que traerá más precisión aun sobre lo antes discutido. Ciertamente no podemos negar del todo como decía antes que hasta cierto punto y de ciertas maneras disponemos gracias al sentido común una cierta memoria involuntaria pero relativamente establecida en el acervo de que imágenes, que tipos de escenas, artefactos y hasta que tipos de hombres conforman y circundan los mercados, pero esta memoria visual establecida en el acervo no se refiere ella en lo que a su referente respecta a una inscripcion textual fijada, como los textos, en las formas textuales petrificadas de una formación textual-cultural dada. 

  De modo que, si bien podemos decir, que siempre de algún modo individuos tipos en los mundos de sentido común reconocerán que tipos de visualidades corresponden al mercado, esas visualidades son ellas por si mismas en el modo en que se dan y perviven allí en la cultura y en sus settings urbanos, memorias de una actividad de tráfico y de continuo trueque e intercambio en el que precisamente todo, incluidos los símbolos, los textos y las imágenes están en continua circulación, en permanente trueque y en constante detextualizacion.

  Si bien el concepto de imaginería que nos permite distinguir el modo en que se recortan según sus tipicidades visuales en la cultura determinados conjuntos visuales, la liturgia de la iglesia católica, por ejemplo con sus vestuarios, objetos e imágenes como distinta a aquella propiamente profana del periodo colonial recogida en muebles, modos de decorar, vestuarios, peinados, colores coleccionados hoy en sus museos y esta ultima de aquella que por ejemplo distingue la visualidad del carnaval, pudiere ayudarnos a decir que el mercado libre a que se refiere mi investigación también se recorta como una cierta imaginería visual separada y autónoma respecto a otras, pero esa imaginería no forma ella en la cultura ni colecciones en museos, ni inventarios en colecciones privadas, ni repertorios clasificados en industrias, y mucho menos códigos instituidos cómo pudieron establecerlas los ejemplos mencionados antes bien ella es, justo por tratarse de los mercados, la imagen presente y visual más nítida de que podamos disponer de aquello que a diferencia de lo que fija y retiene, lo que va por su tráfico y su trueque continuo en la dirección contraria a lo que consideramos texto en la cultura. 

  Y es entendido asi, que mi levantamiento investigativo sobre la visualidad del mercado según preguntas que nos hacemos desde el museo y a la inversa mi levantamiento de la visualidad del museo según nos preguntamos a su respecto desde el mercado, inicia a construir una forma textual no solo no existente previamente como codificada en el texto de la cultura, sino que también, como teorización del mercado según el museo y del museo según el mercado, construye un objeto que rearticulando a la antropología cultural del mercado y del museo, rearticula a su vez las especificidades de ese conjunto dinámico que son los mercados haciendo la hermenéutica de aquella otrora por estratificada inaccesible relacion entre mercado abstracto y mercado concreto y empírico, entre mercados hoy y mercados ayer, entre visualidades del mercado in situ y visualidades del mercado en sus representaciones colonial, costumbrista, moderno y posmoderno, entre el tráfico de mercancías y aquel de la cultura visual, entre la puesta en escena del trueque con su toma y daca interlinguistico, intersubjetivo, objetual y sus settings visuales tanto objetuales como anobjectuales, materiales como inmateriales

  Habría además que agregar a ello que a pesar de ser el mercado mismo, incluso este de aquí, el mercado libre popular en toda su expresión visual y urbana, el ejemplo de lo que se disemina lejos de acumularse, se recircula lejos de almacenarse, se distribuye lejos de coleccionarse, se intercambia, lejos de poseerse, que la hermenéutica antropológico cultural que he desarrollado con ello proponiendo la teorización del mercado como puesta en escena, hace bastante por resituar las perspectivas y las coordenadas de la sociología y la antropología cultural en un sentido nuevo, estas cargaban, de hecho, ya por bastante tiempo antes con el peso que les suponía en la misma realidad objetiva de la ciencia, con la cada vez más decisiva influencia en el presente moderno de la economía y el busssines, el marketing y la cultura del consumo sobre los estudios de la cultura tendiendo a exiguar y a mermar no solo a esta última sino con ella también al investigador y al research mismo, dispersada y debilitada a todo lo largo y lo ancho de la economía, 

  mi rearticulación fenomenológica de ambas alrededor del mercado entendido en este nuevo sentido que saca a afuera y pone en frente como dice Derrida al alcance de la mirada, los mercados aun culturales, en cuya visualidad aun y quizás por mucho tiempo todavía, se recogen a la cultura en la expresión de sus mercados vivos, expresiones ellos mismos de la cultura material y visual, sea no solo un tema que he investigado y no solo un conjunto de sitios, settings y escenas en lo que he hecho research empírico y trabajo de campo, sino también el objeto construido por largo tiempo requerido para poder reimpulsarlas al menos en los términos en que yo las entiendo.

  Mientras en el segundo proyecto del museo arqueológico precolombino y maya, el mercado va tras y se forma como mercado en sí mismo alrededor de los eventos místicos que relacionan el texto arqueológico de la cultura maya, con el presente contemporáneo del turismo y el entretenimiento desarrollándose alrededor de la religión, en el primer proyecto el mío, asistimos a lo contrario, el espectáculo de cómo la cultura y la religión están presentes en la realidad del mercado.

  Asistiremos pues con la selección temática de ensayos que siguen a la discusión también de cómo dos investigadores y trabajadores de campo, hemos resuelto desenvolver y experimentar en mi caso la sociología y la antropología filosófica y cultural del mercado, en el de Quetzil la antropología del turismo, en ambos las disimiles formas de la etnografía, la relacion entre los displays del museo adentro y los displays del museo afuera entre el museografiar, el curar y el hacer trabajo de campo y research a la vez que ante dos modos distintos entre sí, pero relacionados de varias formas y en varias escenas juntos antes referidas, Quetzil invitado en las mías, yo invitado en las de Quetzil, de elicitar desde el trabajo de campo y el research, posibilidades para la implementación de una sociología y una antropología cultural que no solo ha generado en cada uno como teórico y autor infinidad de libros, sino que también ocasionalmente ha dado pie a la experimentación de displays visuales cuyas lógicas se imbrican de distintos modos al pasado reinscrito y al futuro elicitado por sus ocasionales presentancionalidades, puestas en escenas, museografía, curaduría y films como algunas de estas formas. 

Notes


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